Los terceros molares, comúnmente llamados muelas del juicio, deben ser tratados con mucha prudencia y atención, pues en muchas ocasiones han causado graves patologías.
En la actualidad, debido al cambio en nuestra dieta cada vez más triturada, el desarrollo de los maxilares se está viendo afectado.
El 98% de la población presenta malposiciones en estos molares, pudiendo causar múltiples trastornos a lo largo de su erupción.
En mi opinión, todos deben ser extraídos, salvo raras excepciones, siempre en manos expertas y después de haber realizado el diagnostico radiológico oportuno, no sólo en 2D, sino que en muchas ocasiones es necesario el estudio en 3D dada la relación de vecindad con el paquete vasculo-nervioso del dentario inferior.
Todos los cirujanos tenemos un dicho: “Todo diente retenido es un quiste en potencia”. He tenido ocasión de comprobarlo varias veces a lo largo de mi larga experiencia profesional, siendo necesario en muchas ocasiones llegar a tener que realizar un relleno óseo sobre la zona de osteólisis (espacio vacío) provocada por el quiste.
En raras ocasiones consigue una erupción total, tan solo cuando el tamaño del maxilar se lo permite, y en su programación por salir, va provocando diversos cuadros inflamatorios que provocan gran morbilidad en el paciente; procesos conocidos clínicamente como pericoronaritis, que cede con tratamiento antibiótico y antinflamatorio aunque a veces es muy rebelde de “enfriar”.
Todos deben ser extraídos con el fin de prevenir todo este tipo de patologías y evitar futuras complicaciones, incluso desde la fase denominada “germen”, es decir, cuando se ha formado sólo la corona.
Es una cirugía apasionante, que con un diagnóstico correcto y un buen tratamiento posterior, evita muchas complicaciones al paciente, siempre en manos de un cirujano con experiencia suficiente para resolver las posibles complicaciones.